Siempre hay una razón para vivir


El día 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor y desde hace algunos años Jornada en defensa de la vida humana, nos invita una vez más a tomar conciencia de un clima social en el que existe, según diagnostica la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, “una oscuridad que lleva a no apreciar la grandeza y la belleza de cada vida humana eternamente amada por Dios”. En efecto, en nuestra Europa y especialmente en España se ha desatado una corriente hedonista y materialista que parece despreciar valores tan esenciales como la dignidad de la persona y su derecho a ser ella misma pese a las limitaciones físicas o psicológicas, conocidas o presuntas.

Son muchas las preguntas que surgen cuando se abre el debate sobre estas cuestiones que, pese a su importancia, parece que no se quieren abordar en profundidad. Por ejemplo, ¿qué motivos hay para vivir cuando se padecen limitaciones graves o cuando se apaga en la mente la luz de la conciencia o se pierde la memoria? En efecto, para los que tienen una concepción utilitarista de la vida y la valoran en base a los éxitos, el placer o la salud, resulta difícil encontrar la razón para vivir cuando parece que no se sirve para nada o se sufre inútilmente. La respuesta cristiana, sin embargo, es que “existe una razón para vivir porque se nos ha ofrecido un amor mayor que nosotros mismos, que nos permite construir nuestra historia personal y que nos salva, dándonos la posibilidad de realizar plenamente nuestra vida en el amor siendo hijos Dios, aunque esté marcada por el dolor”.

El lema “Siempre hay una razón para vivir” de la Jornada por la Vida de este año va acompañado de un cartel en el que aparece un joven con discapacidad. Su mensaje es claro: toda persona tiene una dignidad que permanece inalterada en todos los momentos y situaciones y que, por tanto, merece reconocimiento, respeto, atención y amor. Pero, además, en todo ser humano que sufre encontramos a Jesucristo que acompaña a cada persona en todo momento y de un modo particular cuando la vida está marcada por el dolor. Aquí radica para los cristianos el valor de la vida humana, lo que la hace valiosa y fecunda siempre y lo que estimula toda una amplísima gama de realizaciones “en el acompañamiento de la vida naciente y de familias; en residencias de menores y de ancianos sin recursos; en hogares para niños con discapacidades físicas o psíquicas; en residencias para enfermos mentales, o centros de recuperación de drogadictos; en centros de acogida y atención a enfermos de sida; en comedores y albergues para los que no tienen techo; en hospitales o clínicas promovidas por la Iglesia para mostrar el amor de Cristo con el enfermo; en la inmensa red de Cáritas o en los innumerables proyectos realizados por multitud de consagrados y laicos comprometidos con los más pobres”.

Paralelamente a la Jornada eclesial del día 25, los grupos “Pro-vida” han convocado una manifestación para el próximo 26 de marzo en Madrid. En León, el día 25 de marzo, a las 6’30 de la tarde en la Plaza de la catedral, se tendrá una concentración con el mismo fin, que terminará con una oración comunitaria. Todos estamos invitados.
+ Julián, Obispo de León